domingo, 26 de febrero de 2017

Anécdota de vagos y un asesino (Memorias)

Ciertas experiencias demandan nuevas vivencias, enseñanzas justas pero no necesarias. La anécdota de un hombre que se empapa de miseria, muerto en vida bajo el presidio, esperando la paz que hace mucho se le fue. En la madrugada del siete de enero, un grupo de muchachos son detenidos a plena vía pública, puesto que fueron sorprendidos por consumo de alcohol y sustancias ilegales.

- Me lo merezco. - Me repetía constante en la cabeza
- Este es mi regalo de año nuevo, detenido en la estación junto a mis amigos y una muchacha que quiero y a duras penas me besa. Me lo merezco, es mas, deberían golpearme, agruparme con los delincuentes, que me escupan, pero que no me violen. *Monólogo de un ebrio.*

El reloj marca las dos de la madrugada, ella pega gritos como si la fueran a violar, cosa irónica a mi parecer, en las celdas de mujeres no había ningún transexual, aparte que las mujeres carecen de pene, esas mujeres se miraban pacificas. Por otra parte, nosotros excepto yo, con la cara agobiada y el arrepentimiento en alto; yo merecía estar ahí.

- ¡Ya hombre, guarda silencio chavala! - Expresó uno de los tantos policías. 

Entre risas y sonrisas, los policías nos miraban mientras uno de nosotros discutía, cabe señalar que yo estaba en un completo silencio, pero en mi mente las palabras sobraban; entonces entre ellos se burlaban de nuestro estado, como sea que se le pueda llamar, enllavados, drogados, ebrios, borrachos... ¿Cómo es posible que estos muchachos de "buena estirpe social" estén en esta estación? Son unos pendejos afresados. Yo no sé que se les pasó por esa cabeza de mierda, puros niños mimados; esposemos al negrito de pelo largo, ese andaba la marihuana. Feo les va ir, ¿Vos sabes por qué el hijo de un comisionado está con ellos? No me vas a creer, ese era el que andaba la marihuana y se la dio al otro. (Risas) ¡Que hijueputa mas vivo!

Pasa el tiempo, corre el reloj y los segundo pesan. Todos sentados en el pavimento cerca de la gran pared azul, nos ponen en pie, nos revisan mientras apoyamos las manos contra la pared y la lampara alumbra a cierta distancia nuestros rostros, nos requisan, toman nuestras pertenencias y nos mandan por suerte a una misma celda, excepto ella, que se quedó sola, que lástima. Dentro en la celda me quedé de pie observando el entorno, había una lampara que no brillaba mucho por fuera de las rejas, una sola lampara para las seis celdas, habían muchos zancudos, las camas eran de concretos, y hacia un calor insoportable, el baño era un letrina sucia y compartía el mismo espacio de aquello que podrías llamar ducha. Estaba muy elevado gracias a la marihuana, y ebrio a la vez gracias al alcohol, no pude más, y me dormí en el segundo piso de la cama. Me dice un hombre entre las sombras que apenas se podía ver, envuelto en unos harapos y unos periódicos.

- Si aquí no te cobijas bien, vas a salir con dengue.
- Te creo, le haces huevo para estar acostumbrado al ambiente. - Le respondí.
- La costumbre loco, vos sabes. 
- Buenas noches.
- Buenas madrugadas. - Finiquité. 

Ya eran como las cinco de la mañana aproximadamente, entonces abrí los ojos y logré percibir música, ¡Sí! Música en la cárcel; era un hombre que en la celda dos golpeaba la pared con ritmo mientras cantaba alabanzas sobre su fe, en ese momento no sé que era mas insoportable, si escucharlo cantar, o los piquetes en todo mi cuerpo, a fin de cuentas decidí que eran peor los piquetes, pues el tipo cantaba bastante entonado. Me levanto de la cama, y me pongo en pie junto a las rejas mientras veo a un hombre bastante flaco saludándome, le correspondo el saludo y le comienzo a preguntar sobre el porqué esta preso. Me dice que robaba a la gente, pero lo percibí algo fuera de sus cabales, pues llegué a esa conclusión puesto que en la celda donde él estaba se encontraba solo; de repente se escucha un crujido bastante sonoro, y se abre la puerta que da paso al punto de control de la cárcel, entra un policía con dos hombres y los mete a la celda donde estaba con mis estimados amigos y el tipo raro que aun seguía envuelto entre harapos y periódicos, no le importó al parecer la aparición del agente. Mis amigos introdujeron conversación con los tipos, entonces comienzan a contar que los detuvieron por posesión de marihuana, bastante marihuana, cosa graciosa; uno sale a la hora, mientras el otro comienza a contar que lo detuvieron recién terminaba de follar con una morena que según él estaba buena; pasa una hora y todos preocupados, el tipo faltante salió a las siete y media, rumbo a los juzgados, mientras uno de nosotros comienza a llorarle al policía que ingresó de nuevo para meter a un tipo que llegó borracho, cabe señalar que el agente lo ignoraba de una manera fatal. Me llamó la atención que cuando ya eran por alrededor de las ocho, el tipo raro se levanta, tenía la cara algo desfigurada, era de pequeña estatura, moreno y tenia uno que otro tatuaje mal hecho en el brazo izquierdo, o en el derecho quizá. Se levanta de su cama con dirección al recién ingresado y le comienza a decir que se levanté, que se diera un baño, era obvio que le pidiera eso, olía feo y estaba muy sucio. El tipo no acata la orden al momento, pero al rato se levanta y se baña, le sigue el tipo con la cicatriz y de golpe comienzan a interactuar entre ellos, a los minutos estábamos todos conversando con todos, pues la conversación era la mejor forma de no aburrirse en un lugar pequeño, y así pasamos. 

Miraba con constancia las paredes y me llamaba la atención muchas cosas escritas en ellas. Dibujos, frases motivacionales, signos sin sentidos, nombres; y como yo soy un hombre que se adapta al entorno, comencé a dibujar, a escribir frases no motivacionales, escribí el nombre de todas las mujeres que me han gustado pero nunca tuve algo con ellas y hasta escribí el mio para conmemorar mi visita a la estación uno, por otro lado mis otros compañeros de celda siguieron mis pasos, uno de ellos escribió las tablas de multiplicar, por si algún día alguien llega dispuesto a estudiar. El hombre raro con la cicatriz en la cara, se portaba amigable y nos dio su nombre, se llama Manuel. Nos regaló comida, nos dio bebida y yo se la acepte, me importó un bledo el asco, pues su humildad fue más grande que el asco que me pudo haber causado.

- Mucho gusto Manuel, y contános... ¿Como llegaste aquí?
- Es una historia bien larga chavalos.
- No importa, estoy seguro que todos querrán escucharte, a mi me interesa.
- Esto es algo que no me gusta contar, vos sabes, antes me traumaba pero ahora pues puedo vivir tranquilo. - Expresó con un tono melancólico.

"Todo empezó cuando yo conocí a una chavala, allá en la Concha, Carazo, yo tenía como unos 28 años y me había ido bien, no terminé la secundaria, pero como fui un maje trabajador, el dinero difícilmente me faltaba, pues había ido a trabajar a Costa Rica, y ahí vos sabes que los ticos pagan bien, mi familia siempre me había apoyado y nunca me faltó el cariño y el calor de ellos. A mi me gustaba la jaña, el problema con ella es que tenía a su ex que era bien chivo; entonces salíamos a comer para conocernos mejor, y ya al tercer la día la maje estaba socando, después de esa vez, pocas veces salíamos sin terminar cogiendo, me gustaba ella bastante, y así estuvimos pues... Pasó el tiempo y una vez yo estaba en la casa con mi roco, mi mama, y mis hermanos, estábamos celebrando el cumpleaños de mi papa, que ya estaba algo viejo y de repente me llama la chavala, le respondo y me viene diciendo que la acompañe a una fiesta que había en el pueblo, creo que era la boda de una jefa que ella tenía, la mujer tenía reales y entonces invitó a medio pueblo, y pues yo no quería ir la verdad, yo quería que ella estuviera conmigo, aquí en mi casa. En ese momento mi papa me dice: "Hijo, ¿Para donde vas? Sí aquí estas con tu familia, aquí estas bien, no salgas hombre, haceme caso" Y yo pues siempre le hacia caso pero me gano la brama, y la llame y le dije que me esperara en la plaza que estaba cerca del lugar donde ella estaba; me las tuve que ingeniar para salir de la casa, pues yo sabia que me iba a dilatar y le meto el cuento a mi hermano y a mi roca que iba por más guaro, y así fue, le metí labia y tomé camino. Voy por ella, y uy loco, caminada de perro la que me pegue. Se me había bajado el guaro que había tomado en la casa, con esa caminada toda mierda se bajaba. Me la afinco y le doy un abrazo, y nos vamos pues a la cosa esa de la fiesta, ya en la mera bailadera de repente veo a un maje que nos estaba choteando, y resulta que era uno de los amigos del ex de la chavala, yo me pongo chiva porque el maje tiene fama de que le gusta armar bochinche y yo la verdad soy tranquilo y no me gustan esas cosas, entonces le digo a la chavala que ya me voy, y en lo que estoy saliendo me topo al maje, y me comienza a torear, pero se pone con otros majes y yo le meto su cachimbazo, en la vergueadera de repente veo a unos majes que le van pasando un gran machete y yo me pego la corrida y me comienzan a seguir; yo iba corriendo con miedo la verdad, y me voy cansando y me detengo en un parquecito pero los majes me venían taloneando, así que me tocó enfrentarlos pues, pero para mi suerte ahí estaban unos majes pues que eras mis broderes y me ayudaron a cagar a los majes que venían detrás mio y de paso yo les pedí un machete para defenderme por si el hijueputa se dejaba venir, dicho y hecho mi hermano, llegó el hijueputa con el gran machete y nos agarramos, yo me iba capeando al suave las estiradas que el maje me lanzaba, pero en una me trompiezo y siento un ardor feiuco en la cara, me metió un machetazo el hijueputa y por eso es que tengo esta gran cicatriz fea en la cara, mira hermano, yo la verdad me hacía hombre muerto, pero me aventé y le tire la mano con el machetito que me dieron, pero el maje se capeo, ya casi al final de todo estábamos algo golpeados, pues nos habíamos alcanzado a dar unos cuantos aruños con el machete. Estábamos en un árbol y yo aprovecho a capearme los vergazos, pues es que en una de las tantas que le trate de dar mi machete  se partió y ahí si estaba en un estado crítico, el maje la caga y se resbala, se le cae el machete y yo pensando en agarrarlo lo dejé ahí y con mi medio machete le metí varios machetazos, como 30 tal vez, me sentía endiablado, pero de repente me sentía débil, mal, vos sabes, si andaba la cara partida, y andaba sangrando, entonces me fui a la casa y me ve mi hermano y el maje se agita y me dice que vayamos a verguear al hijueputa, pero él no se imagino que yo ya lo había matado y me llevan pues al hospital, mi mama y mi papa me estaban llorando, eso es lo último de lo que me acuerdo, porque después me la pase inconsciente como por dos días, entonces pasado tres días escucho una conversación de la enfermera hablando sobre mi caso y que me van a llevar a juicio después del alta, y me escapé, volví con la maje, pero ya no era lo mismo, la había cachimbeado porque se portaba en un plan mierda y la deje sola, pase trabajando en una carpintería y a los 7 meses la policía me agarro, y aquí estoy, yo estoy pagando mi error aquí chele por una mujer que no fue buena y por no hacerle caso a mi papa."

- Vaya. Clase historia loco. - Le respondí anonadado.

La verdad fue una historia triste, ¿Verdad? Vaya, estos pendejos se durmieron.

- Ya ahora estoy en lo que estoy. - Contestó triste. 
- ¿Y no sentís impulsos de violencia a veces? - Le pregunté curioso.
- La verdad no loco, yo no soy violento, pero esa vez si sentí que el diablo me poseyó.
- Creo que fue tu instinto de supervivencia, situaciones que demandan una respuesta que jamas esperarías dar. 
- ...
- Tranquilo sí.

Ya el sol estaba algo alto y supuse que daban las tres y media o cuatro, cuando repente escucho que abren las puertas y dicen mi nombre; mi acta de libertad ya estaba lista, y salí, no supe nada de ella, ni la he vuelto a ver. A los minutos salieron los demás, pero uno se quedó, me despedí de Manuel, le pedí sus datos pero lo único que me dio fue el recuerdo de escuchar a un hombre arrepentido de sus actos. Me despedí de todos la verdad y les agradecí la hospitalidad y la amabilidad, pues me habían regalado galletas y otras cosas; los únicos de los cuales no hice contacto fueron con los de la celda uno, donde todos eran maras, trataron de asustarme pero no cedí y me fui haciéndoles una broma. Me sentí nuevo al sentir que el sol me daba en la cara, y salí con la mente mas aterrizada, pues las condiciones y el trato humano desaparecen cuando estas preso, me sentí como un león en el zoológico, aparte que la policía se olvida que tratan con humanos, salí a comprarle comida al que se quedó y llegué a mi cama pensando en como escribir esto.

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