martes, 3 de marzo de 2020

Brújula (Extrañar)

Ya no sé lo que debería extrañar; un día de estos estuve pensando en varias cosas que me han tenido concentrado, una de ellas se trataba sobre mi propósito de vida, y con inquietud silenciosa caía en el mismo circulo de siempre, una intriga que quizá solo la gente con propósitos puede comprender. Me he estado apartando de lo usual, y he puesto en la mesa lo cotidiano como una hazaña, como si vivir fuese todo un reto que corre a lo largo de mis años, como una línea que va trazando un rumbo hacía delante, pero que al mismo tiempo no veo. Luego de haberme planteado esto, pensé sobre mi felicidad, luego me reí y concluí de manera pretenciosa que tengo una gran tendencia a ser y sonar egocéntrico, es mi especialidad, pero, no es una maldición, si lo viese como tal, estaría contradiciendome, y ese no es el punto. Quizá solo yo me entiendo.

Me encontré a una gatita en la calle, me llenó de bastante nostalgia porque se parecía bastante a una gata que mi mamá, una tía y yo, rescatamos hace mucho del techo de la casa, así que la llevé conmigo y nos fuimos en bus hasta la casa de mi abuela, pidiendo asilo mientras pensaba que hacer con ella, aunque al final, terminó quedándose conmigo. Eso me ha llenado de mucha felicidad, Dagoberta se llama; cuando la llamas por su nombre, ella te atiende de manera vaga y te queda viendo con los ojos bien abiertos mientras se retira a cualquier esquina a jugar, si ocupas las manos, ella te sigue, es como si para ella, los dedos tuvieran algún tipo de magnetismo que le es incapaz de ignorar. Me he sentido aliviado, tengo que admitirlo, la gata ha sido una muestra y un vestigio de que mi vida ha tomado un rumbo tranquilo, si me preguntás, no sé porque llego a esa apreciación, de igual manera, tampoco podría explicarlo aunque quisiese, por ejemplo, quiero explicarlo, pero no me sale, entonces me quedo tranquilo pensando que, quizá lo bonito, lo placentero, se encuentra en la incapacidad de no poder explicarlo, no porque no se pueda, sino porque no es tan necesario como uno cree, y me refiero a ciertas cosas, no a todo. Generalizar está muy mal.

Han pasado ocho meses desde Benavides se escapó, desde que yo me escapé también. Me he preguntado por Ernesto, me lo he imaginado en uno que otro bar, sentado en la barra con Nelson hablando sobre cualquier cosa de sus vidas.

Se nos acabó los días de vagancia, se nos acabó el dinero, y también se me escapó la voluntad de verles y estar con ellos. Me excluí con autoridad de sus vidas, me permití alejarme sintiendo que era lo correcto, y vaya, suave... hay cosas irónicas y contradictorias en mi memoria; Nelson y Ernesto habían tenido una riña innecesaria, entonces... Quizá estoy muy desorientado, quizá cada uno anda por su cuenta, con nuevos compañeros de charlas y cervezas, aunque quizá exista la posibilidad de que estén juntos y hayan resuelto esa situación. Vaya, cuando me planteo las cosas, me enllavo a tal punto que solo puedo sentirme cómodo cuando encuentro una solución gratificante en mi razonamiento. ¿Cómo le llamamos a eso? ¿Obstinación? ¿Ganas de joder?, me quedo con la segunda opción, pero sin ningún tipo de certeza que me respalde.

Benavides comenzó a formar parte de un club raro en Masaya, ahí cerca del parque central, del Palí a mano izquierda, hay una casa grande que hasta hace poco permanecía vacía, ahora es una casa club dirigida por unos muchachos de apellido Joestar. Sí, cuando me enteré de su apellido, lo primero que se me vino a la mente fue pensar en un manga, y me dije a mi mismo: "Sería un buen apellido para un hombre inglés fornido que luche contra un vampiro que en su adolescencia fue su hermano", quizá sería un excelente mangaka, si fuera japonés, todo sería mejor.

En fin, los Joestar eran muchachos ingleses que vivían en una casa en los límites de La Concordia, allá en Jinotega. Según lo que Benavides me contó, ellos vivían con sus padres ahí, pero después de un tiempo, sus padres decidieron irse a Perú; las razones son desconocidas hasta ahora. Los hermanos Joestar son amables, uno de ellos no habla mucho, y el otro al parecer se la pasa tocando la guitarra, desconozco de que viven. 

En Masaya, en la casa club, se reúnen todos los jueves a las 6 pm, y montan proyectos de limpiezas a lo largo de la ciudad, se dividen por brigadas y cada equipo asume un área que debe cubrir por 40 minutos, es algo así como un voluntariado, al menos a mí no me han dado ganas de integrarme. Hay personas que Benavides conoce que cuentan que los hermanos esconden algo, quizá algún secreto turbio que despierte el morbo y la codicia de las personas ambiciosas, otros consideran que tienen un espíritu humanista y que de vez en cuando, son hasta filántropos, otros piensan que son extranjeros hippies que fuman marihuana luego de terminar sus jornadas de limpieza, se desconoce si trabajan. Así que, si vas a pensar algo, pensá lo que querrás, a fin de cuentas, nadie sabe el propósito de estos muchachos; al menos yo opino que quizá lo más genial sería que dejaran de sacar suposiciones.

Los hermanos Joestar son bien conocidos en Masaya porque son los únicos que han logrado reunir a varios jóvenes a limpiar la ciudad, pero, quizá tienen éxito solo por ser extranjeros, quizá mucha gente asume, es más, asumo también que tienen dinero. ¿Quién no quiere ser amigo de alguien con poder? Pero, al mismo tiempo pienso que, sería mejor ser ese amigo con poder, y dentro de ese margen de tiempo, se me viene a la mente de que si tuviese poder, no me gustaría que me "quisieran" o me apreciaran por tener dinero. 

- ¡Eduardo!
- ¿Qué? - Me pregunto a mí mismo extrañado.
- Soy Jorge, te quería pedir un favor.
- Oye, hablas bien español. ¿Cómo sabés mi nombre?
- Benavides me lo dijo, ¿podrías ayudarme con un trabajo? Tendrás un sueldo.
- Pues, he estado viviendo de mi liquidación y de lo que mi abuela y mis padres me regalan, no me vendría mal. - Pensé. - ¿De qué trata? - Le dije sin pensarlo tanto.
- Necesito a una persona que se encargue de liderar un proyecto en Diriamba por 6 meses, y Benavides me dijo que vos tenés experiencia en el manejo industrial de producción en serie, trabajaste para los Fiallos en su fábrica de cables de cobres en Managua tengo entendido, el proyecto está dirigido al procesamiento de minerales para luego exportarlos a Perú.
- Vaya, suena interesante, me apunto.
- Perfecto, te veo mañana en la casa club a las 9 am.
- Está bien, gracias. - Concluyo con cortesía.
- Gracias a vos Eduardo.

El tipo se da la vuelta, y yo me quedo quieto despidiéndome, moviendo la mano de izquierda a derecha, mientras pensaba en lo rápido e inesperado que estoy a punto de conseguir empleo.

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