jueves, 4 de mayo de 2017

Psicopatía

Cada vez que me acerco a un espejo me siento contento, es en ese preciso momento donde mis ojos se encuentran con mi alma, el reflejo exacto de mis emociones y mis sentimientos; la noche cae con una fuerza increíble, y mis ganas de hacer algo excitante crecen de mismo modo.

Viernes por la noche, monólogo habitual, encuentro de mi persona con mi amiga la consciencia, ¿Me siento? - Claro, ¿Querés vino?- Si, gracias muy amable. El mismo ritual, es satisfactorio; me acordé de algo, sabes, mañana me toca ir al dojo, ¿Me acompañas? Managua tiene un aire que me envicia, con mi amada consciencia disponemos de una caminata que afloja mínimo dos horas de placer, ahí cerca de la Vicky  pasan los muchachos de la vida transeúnte, entonces el acercamiento es fácil y como una dama bella e inteligente las palabras adecuadas facilitan el envolvimiento de nuestro nuevo juguete, ¿Verdad qué sí amada Consciencia mía? ¿Verdad qué sí? A ver, a ver, ¿Qué tenemos aquí? Siguiente paso; aletarguemos el proceso, disfrutemos la vida, al menos la que le sobra. (Risa sabrosa).

- Buenas noches.
- Hola, buenas noches. ¿Vos sos por casualidad el muchacho con el cual me iba a encontrar? 
- Eso depende de vos.

Pequeño detalle que aflora y que mis ojos perciben, su nombre en su carné colgado sobre sus voluminosos pechos.

- Vaya, que suerte tengo, por el momento todo apunta a que la noche con vos se vuelve intrigante. - Expresó con una perspicacia inocente.
- Celia, me gusta caminar sabes, así, antes de aventurarme en tragos que conducen a mi cuarto, puedo conocerte y determinar si realmente mereces una aventura sexual conmigo. 
- El sarcasmo es lo tuyo... Discúlpame, y... ¿Cómo te llamas?
- En el camino te lo digo.

Paseamos por la larga calle que destina la entrada al hostal que se sitúa frente a la iglesia San Agustín, mano derecha, mano izquierda, mano derecha, una escalera que tambalea sus piernas y endurecen las mías, mira, ahí esta el parque de los robles, con este clima fresco sería un fracaso no obtener de su parte una conversación envolvente, le damos vuelta a la redonda al parque, pasamos por un charco, le doy mi mano con el fin de que se sujete y evite pasar por el charco que impide nuestro paso, me mira con un cariño curioso que me obliga a imitar el ángulo de sus ojos, hablamos de literatura, de la emoción que el arte esconde, los enigmas de la historia nacional, conflictos bélicos, y temas que encarrilan a las personas a sentir eso que yo llamo apego, vos lo conoces como confianza, proximidad quizá sea mas benevolente. Nos damos un tiempo y nos sentamos en una banca que da vista a la calle, me toma de la mano y me entera de sus hechos personales, la miro y le tomo fuerte la derecha, y asisto de manera que parezca que a pesar de mi silencio yo la puedo comprender, un juego tierno que destila emociones, sesiones de conductas que se mezclan en un río que desemboca en mis fines, delicia, belleza, felicidad. La llevo a mi casa, la meto a mi cuarto, le hago besarme con desenfreno, así el tacto se desinhibe de manera que el morbo cohibido emerge con fuerza y quema sus ganas, su boca que se entreabre en la ruta que mi mano cruelmente conoce y da paso a un desencadenante sexual ardiente, su boca besa mi boca con extrema suavidad, y en un baile lento pero sensual baja con seguridad a mi pene, de tal forma que se enloquece y me hace extasiarme; diversas posiciones, en distintos lugares, le pido un tiempo de dos minutos, voy a la cocina, tomo una copa, le sirvo whisky y mezclo un somnífero, le sirvo, la bestia incansable cesa su salvajismo y cede a mis brazos a medida que sus ojos se cierran. 

Querida Celia, estas en mi cama, abriste los ojos, que hermosos ojos tenes, tuve que poner un trapo en tu boca, disculpa, es que los gritos me incomodan, pero... ¿Estás cómoda? Escucha esa música, una bossa hermosa que tranquiliza nuestras almas, que hermosos tus senos, ay Celia; permiso, voy a la bodeguita a sacar unos guantes,unos bisturíes filosos y otras cosas filosas. La anatomía en su máximo esplendor, que hermosa la sangre que se derrama sobre tu pierna izquierda, mi mano da paso a una cisura limpia y fina, y el rojo brilla en mis ojos, esto es arte Celia, dan ganas de pintarlo para luego enseñártelo, a ver, Consciencia, ¿Te gusta esto? Tiene una piel suave y huele rico, probablemente el cuero nos sirva para lucirlo como protector de mi estuche de gafas. Celia, Celia... ¿Celia? Que lástima, que rápido moriste. Enciendo las luces, y en una emulsión casi artística, el tungsteno se muestra limpio con un azul mórbido, de esencia impecable, ay, esos tonos coloridos que nunca se marchitan en la memoria. Conecto la sierra y hago cortes limpios, me encargo de quitar manos y pies, detesto esas dos partes del cuerpo, son tan sucias y asquerosas, que hermosa Celia, sos hermosa, una obra de arte. Bueno, mucha diversión por hoy, mañana me encargo de tu piel y procedo a tirarte en pedacitos en el cauce de la Vicky, ja, que ironía, donde te hallé te dejo, respetuoso yo como siempre. 

- Viernes 19 de mayo del 2017

Los días tienen un sabor suave cuando la pasión no me posee, extraño a Celia. 

Espejo amigo mio, consciencia hermana mía, ¿Cuándo será el día que la soledad me deje libre? Rumbo a mi trabajo, me encargo de estudiar el caso de Celia que fue reportado hace cinco días, alguien al parecer encontró partes de su ya hermoso y difunto cuerpo. Que aburrido, pues, ¿Debería culparme yo mismo? Aquí el centro de investigación forense es un asco, pero con un perito convincente es más que suficiente para subirle los humos a estos inútiles policías. 

En la tarde me encontré con una muchacha llamada Nicole, me sorprende su pintura, me emociona pensarla en mi casa, hablando de su arte, de poesía, literatura, interesante. Procedo a acercarme con cautela y comienzo a insinuarme, como una serpiente que zigzaguea sobre el dorso de su presa, me envuelvo en su boca, en sus ojos, en su piel morena,  y lentamente nos encontramos juntos en la infinidad de la palabra, me entero de su capacidad, me asusta pensar que ella es como yo, vamos a su casa, me ofrece un trago de champagne y cierro los ojos. En un ávido instante lo niego, y ríe. La miro con certidumbre y me dispongo a reír de mismo modo. Buen intento, que bueno saber que la soledad se llama como vos.