- 09 de marzo del 2014
Los abrazos llegaban de la manera a todo aquello que te hace creer que te salva; salvarse de todo aquello que te degrada, de lo que no queres perdes e inevitablemente lo haces. Sus abrazos eran el resultado de mis locas ganas y su desconocido sentimiento, bueno, al menos yo no lograba identificarlo. Eso que te saca la espina y apacigua todo el dolor y rabia del alma, la luz entre tanto oscuro.
De manera cierta, era capaz de mirar a George y pensar que sabe lo que digo. Yo le digo todo aquello que siento. Hay ciertas puertas que no he abierto en la sala donde nuestras ideas chocan, con el fin de sincronizarse hasta cierto punto casi perfecto. No los voy a engañar mas, la marihuana es el factor clave que alimenta sin malicia una limpia compresión. Sin errores ni decepciones.
- ¿Sabes? Pienso que estás engañado si crees que todo aquello que sabes es información verídica e irremplanteable. Disculpame, ¿Existe esa palabra?
- George... Vas muy rápido.
- ¿No me comprendiste?
- Muy poco siendo honesto. - Supongo que más tarde podes aclararme.
- Esta bien.
Soy el que todos quieren por su presencia intelectual. A la persona que respetan por sus conocimientos. Querido amigo lector, si vos supieras lo vacío que me siento, no sé si llorarías conmigo o te vas de la pena.
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